martes, 25 de octubre de 2011

El que ríe último, ríe mejor

20 de Mayo de 1995. A la tardecita, con un mate.

-Acercate nena, que no te puedo ver.- le dijo Mabel Benesdra de Benadril a su hija. Griselda Benadril se acercó hacia ella con una notable resistencia. Llevaba puesto un vestido muy caro, con lentejuelas y achicorias.
-No sé si quiero ir mamá, tengo las tetas por el piso de estas reuniones de mierda.- le respondió Griselda.
                Su padre, inmóvil desde su sofá, estaba enroscadísimo en un zapping infinito. Mabel lo miró y le dijo:
-¡Geranio, decí algo por favor! Esta mocosa de porquería no solo que no se quiere poner el vestido de tía Helma, sino que además dice barbaridades sobre las fiestas de tu familia, será posible...-
                En ese momento los ojos de Mabel explotaron en una catarata de lágrimas que logró llenar el cuarto hasta los talones de los que pisaban su suelo. Geranio Benadril apagó el televisor. Se levantó y caminó hasta su hija y su esposa. Las miró y les dijo:
-Mabel, no me importa. Ni el vestido, ni la tía Helma, ni las fiestas, ni mi familia ni la tuya.-
                Una vez explotados, los ojos de Mabel implotaron en un punto negro profundo, tal vez sin fondo. Griselda corrió por las escaleras que la conducían a su cuarto. En el camino iba sacándose el llamativo vestido de su tía. Ella no lloró. Sé que mientras subía esas escaleras, llevaba una pequeña, siniestra e injustificada sonrisa.
                Al llegar la noche, la familia Benadril se sentó a cenar a una hora propia. Había otras horas que no le eran propias, pertenecían a otras familias. Ellos solo habían comprado de las nueve hasta las diez y cuarto. A veces se extendían un rato mas, cuando la familia Thompson, dueños desde las diez y cuarto hasta las doce, estaban de vacaciones. Pero ese día no sucedió.
-Griselda, hija mía, contame ¿cómo te fue hoy en el colegio?- preguntó Mabel Benesdra de Benadril.-
-Bien mami, ya te conté. Te dije que la primera hora no la tuvimos porque Leonora, la profe de Fructología, no vino. Mas tarde a Betina la cagaron a trompadas en el baño de discapacitados del subsuelo. Y en la última hora me sacaron de clase para sancionarme por desconfiar de la Asamblea General Constituyente.-
                Geranio Bendaril miró a su hija con desprecio pero no dijo nada. Mabel, casi sin haber escuchado a su hija, disfrutaba una centolla viva. Con la boca llena, dijo:
-Bueno, me alegro nena. Geranio, por favor, me tenes que arreglar el jardín de invierno. Me gustaría que luzca un poco más oscurantista.-
                Geranio siguió comiendo, sin decir nada. Terminó de comer, sin decir nada. Se levantó de la mesa y sin decir nada, entró al baño. Dentro del mismo continuó en silencio, sin decir nada. Salió y se sentó nuevamente en la mesa sin decir nada. Luego dijo:-Nada.-
-A veces me avergüenzan. No puedo creer que sean mis padres.- gritó en voz muy bajita Griselda.
-No tenés de qué avergonzarte mi nena, porque no somos tus padres.- contestó quien hasta ese momento había sido su progenitor.
-¿Perdón?- dijo Griselda sorprendida-.
                Mabel miró a Geranio con cara de `eso no se dice´ y explicó:
-Si, querida, es verdad. No somos tus padres. Yo soy tía Helma y tu padre es Boris, el sepulturero.-              
               Griselda comenzó a sonreír. Después soltó una risita ligera que fue transformándose en una carcajada leve. Luego siguió una risotada macabra y poderosa que estremeció a más de un vecino. Se reía porque siempre lo supo. Ella los había engañado a todos.
                                              
                

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