miércoles, 19 de octubre de 2011

Situación cotidiana de cuatro personas en un living.

                 Gristian llegó exhausto. Había sido un largo y extenso día en busca de trabajo. Laura y Neto ya estaban sentados alrededor de la mesa del living. César estaba en la cocina
-¿Y? ¿Cómo te fue, Gris?- le dijo Laura.
-Bastante mal. Está muy jodido.- respondió él.
-¿Qué pasó? ¿No era un trabajo en un restaurante? ¿Llevaste el currículum?- preguntó Neto.
- Si, pero mis experiencias anteriores no me sirvieron de nada. Me dijeron que para poder ser un buen mozo tendría que invertir algunos millones en cirugía estética, y aún así estaría lejos. -
                Laura lo abrazó, pero Gris enseguida se desprendió diciendo:
-¡Che pero qué olor a chivo, mujer!–
-Ah ¿te gusta?- dijo ella.
-¡Me encanta!- continuó Gristian.
-Y ya esta casi listo.-informó César, que volvía de la cocina todo transpirado, mordisqueando un pedazo de carne de chivo. Neto levantó la mirada y dijo:
-Aprovecho para pasarles el chivo, muchachos: Voy a estar todos los viernes en el teatro Gran Arcada. Armamos una pequeña obra con los chicos del centro y vamos a exponer. Vengan.-
Hubo un silencio de corchea en la sala. Alguien lo interrumpió.
-César, andá a la cocina y verificá que el chivo no se pase.-
-Ya lo pasé recién – dijo Neto.
-Habla del animal, imbécil – le explicó Gris.
-¿Es un animal imbécil? Eso no lo decían en Discovery... – se contrarió César.
- Parece una conversación de sordos. – dijo Laura.
- ¿Eh? – dijeron todos los demás.
- El chivo esta listo.- anunció César mientras lo apoyaba sobre el centro de la mesa.
-¿A quién le toca bendecir hoy?- le preguntó Laura. César dejó servir la carne en los platos y, llevándose la mano al bolsillo de su pantalón, sacó una pequeña libretita negra. La examinó y dijo:
-A ver espera... le toca a... Neto.- dijo mirando al bendecidor del momento.
-¿Por qué yo? ¡Yo bendije anteayer! Hoy le toca a Gris.-
- ¡No! Yo lo hice durante toda la eucaristía.- se defendía Gristian.
- Eso, más que una bendición, fue una maldición.- le infirió Neto. Y siguió:-Para bendecir así, mejor no digas nada.-
César revisaba una y otra vez la libreta para definir de quién era turno. Los demás continuaron discutiendo y argumentando delirios, hasta que Gristian los interrumpió bruscamente para dirigirse a Laura.
-Laura, ¿estás bien? Te pusiste pálida… te bajó la presión me parece. Traigan sal.-
-No, sal no. Es azúcar.- se interpuso Neto.
-¿Cómo le vas a dar azúcar, bestia? ¡Si es diabética! – le gritó Gris.
-No, no es diabética. Creo que es hipertensa.- comentó entre dientes César.
                Laura no emitía palabra. Tampoco omitía.
-Bueno, no se. Traé las dos y vemos.- finalizó Gris.
                Neto corrió a buscar el salero y la azucarera.
- Yo estoy bien muchachos, pero gracias por preocuparse. – dijo  Laura, muy relajada.
- Bueno ¿comemos? – dijo César.
Finalmente, todos comenzaron a alimentarse y no dijeron palabra. Sí, en cambio, dijeron letras. Laura comenzó con la A y los demás la siguieron pero sin respetar el orden alfabético. De tanto en tanto intercalalaban alguna que otra letra griega, como gama o ypsilon. Una vez terminada la cena, cada uno lavó su plato. No hubo postre pero alguien tomó café, y dijo que estaba riquísimo.

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