martes, 11 de octubre de 2011

Los Calzoni

´Mas vale pájaro en mano que cien volando´ me decía mi abuelo siempre. Yo odiaba la frase, y mucho mas cuando nos sentábamos a comer. Había que encargarse de cortarle su comida, debido que él solo utilizaba el tenedor. En la otra mano, la derecha, siempre llevaba un tero. Y repetía: ´Mas vale pájaro en mano que cien volando´ .
De mi abuela mucho no puedo decir. En realidad era ella la que mucho no podía decir porque era muda. Pronunciaba solo unas pocas palabras: tocar, chupar, meter y acabé. Era perversa la vieja. Claro que lo digo ubicándola dentro de un contexto histórico, porque en los tiempos en que esas palabras tenían vigencia para ellos (en relación a su deterioro físico) las normas conservadoras y los valores de la época convertían a mi abuela en eso: en una perversa. Hoy en día ya las cosas son diferentes y no sería tan impactante escuchar una señora diciéndolas. Pero a esta altura ellos ya dejaron de coger.
Mis tíos son como los puchos: particulares treinta. Difícil fue para mi abuela parirlos a todos, y encima, juntos. Se hizo en dos tandas de quince. Doy fe de que al obstetra le pagaron horas extra. Ya creciditos, en el momento de ir a la escuela, hubo que abrir un curso nuevo solo para ellos; imagínense que llenaban el cupo de alumnos enseguida. Era divertido a la hora de tomarles lista. En realidad mas que divertido era aburrido: ¿Calzoni? presente. ¿Calzoni? presente. ¿Calzoni? presente... Y nunca faltaba ninguno.
Mi padre nació mas tarde y luego de un tiempo nació mi mamá. Nunca no supe bien si llamarla mamá o tía, ya que si bien fue ella quien me concibió, era al mismo tiempo hermana de mi padre. En cuanto a él, nunca tuve dudas de cómo llamarlo. Salvo cuando adquirió su celular, porque olvidaba el número cada dos por tres. 

No somos una familia muy numerosa pero nos queremos mucho. Es por eso que quiero dejar plasmado en este papel que a los Calzoni no nos importa la cantidad sino la calidad. Los hijos con deficiencias son descartados al instante.
Mis primos son adoptados. Los diez que tengo lo son. Yo los adopté, y en consecuencia, automáticamente pasaron a ser hijos de mis treinta tíos. Ellos nunca estuvieron muy de acuerdo pero aún así los recibieron con amor fraternal, repartiéndose equitativamente a los pequeños. Cero coma treinta y tres periódico para cada uno resultó. Mis primos son prácticamente infinitos.
No tengo hermanos. Tengo hermanas. No tengo gato. Tengo perro. No se llama Luis. Se llama Héctor. Aunque antes sí se llamaba Luis, porque lo compramos de grande. Mi padre le puso Héctor. Le costó bastante el cambio, porque el registro civil en ese momento cobraba altos intereses por los trámites nominales, y si eran caninos mucho mas.
La familia en armonía es importante. No siempre fue así. Antes de la armonía pasamos por el ritmo, y se siguió por la melodía. Con tiempo todo se fue equilibrando solo. Hoy podemos compartir y disfrutar en la paz del hogar de una buena película, un juego de mesa y alguna que otra canción de Lerner, todos bien juntitos. Eso sí: hockey no podemos mirar porque nos cagamos a trompadas
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