martes, 11 de octubre de 2011

Visión objetiva sobre la falsedad o una reunión familiar

Sonó el timbre. La primera persona en llegar fue el tío Humberto. No traía bonete propio, por lo cual le proporcionaron uno a penas entró. Era el cumpleaños de su sobrina Gélida, quien cumplía dos años, y toda la familia iba a acudir al onomástico.
De a poco fueron llegando todos los esperados para la reunión. Cuñados, yernos, primos postizos, etc. A medida que iban llegando, se ubicaban rápidamente cerca de los comestibles. La mesa dulce era continuamente atacada por los invitados, quienes lamían no sólo la superficie de la mesa sino también sus patas, las cuáles era especialmente dulces. Se inmiscuía también, alguna que otra lamida de los anfitriones.
-Mucho gusto, soy Fester, el primo de Braulio.- decía un caballero al costado del salón.
-El gusto es mío, Fester. Mi nombre es Kulera Connor. Soy cruza de potrillo y de perra.- devolvía el otro individuo, notoriamente calvo y de sonrisa amachimbrada. Claramente todos sabíamos que lo que se decían eran patrañas.
La abuela Frida se puso de pie, y golpeteando suavemente sus marchitos senos con una cucharita, propuso el brindis:
-Por favor, atención todos. Todos estamos acá para festejar el cumpleaños de esa cosa tan bonita como amorfa, que es mi nietita Gélida. Recuerdo cuando todavía no existía... No era que realmente la necesitáramos, pero llegó y la amaremos. Muchas gracias.-
Todos aplaudieron de manera sumamente automatizada, haciendo notar que lo importante era el respeto, aunque ni supiesen qué cornos dijo.
Mas allá de los regalos, los besos y las dedicatorias, a nadie parecía realmente importarle el segundo aniversario del nacimiento de Gélida. Todos simplemente parloteaban, engullían y bebían como si fuera la primera o última vez que lo hicieran.
Algo muy importante en este tipo de reuniones, era romper el hielo entre los invitados, para generar mas confortabilidad al evento. Para eso se les entregó a cada invitado, un herramienta de hierro, alargada y puntiaguda, con la cual debían picar y destruir un gran cubo de hielo colocado cuidadosamente en el centro del salón. Una vez realizado eso, se podía estar cómodamente con quien se tuviera al lado.
Los temas tratados en las distintas conversaciones que había, eran varios. Vale aclarar que, vaya a saber uno por qué, los hombres y las mujeres raramente establecían charlas entre ellos. Ni siquiera se ubicaban cerca. Como si una fuerza de orden magnético los arrastrara involuntariamente hacia sus pares.
Las mujeres hablaban sin parar de cosas evidentemente estúpidas, vacías y sin contenido. Uno le podría pasar un colador a sus conversaciones y no sacaría absolutamente nada. Los hombres en cambio, hacían algo mucho peor. Mantenían pláticas y debates excesivamente mas pelotudos que los de las mujeres, pero enmascarándolos con la fachada de algo relativamente profundo e interesante:
-¿Vos me estas diciendo que Asterix festejaba año nuevo un mes atrasado y que por eso se bañaba poco?- le decía Royer a su concuñado Trevor.
-Escuchame lo que te estoy diciendo, Royer por favor. Yo te explicaba que una de las festividades celtas mas importantes era Ambiwolkà (circumpurificación), hacia el primero de febrero, que correspondía al agua. No se porque metes a Asterix y a su higiene.-
-Bueno, no importa. Todo esto venía a que me discutís que la primera demostración efectiva de antimateria se obtuvo en Brookhaven en 1965, donde fue bombardeado un blanco de berilio con 7 BeV y se produjeron combinaciones de antiprotones y antineutrones o sea un "antideuterón". Y sabes muy bien que así fue.- dijo Royer. Trevor lo miró pensativo. Luego dijo:
- Si realmente hubiera antimateria, no revelaría su presencia a cierta distancia. Sus efectos gravitatorios y la luz que produjeran serian idénticos a los de la materia corriente.-
-Ése es el dilema. La teoría nos dice que debería haber allí antimateria, pero la observación se niega a respaldar este hecho. ¿Vamos a buscar otra copa de vino?-.
Conversaciones como éstas, había para tirar manteca al techo. Igualmente no se hizo porque la manteca fue empleada para cocinar la torta de Gélida, que para ese entonces estaba siendo depositada en la mesa, indicando el momento de cantar el feliz cumpleaños.
Todos cantaron y lo hicieron muy bien. Los barítonos se agruparon en bloque, en una sola cuerda. Los tenores y contra altos se establecieron en contra punto, jugando con las melodías, y finalmente los mezo sopranos se organizaron armónicamente cantando primeras, terceras y quintas.
La muchedumbre disfrutó de sobremanera la empalagosa torta. La misma estaba decorada con un gran dibujo de la cara de Michael Douglas, ya que Gélida sentía mucha atracción por él, a pesar de su corta edad. Creo que la bisabuela fue quien se comió la parte que correspondía a los ojos de Michael.
Ya llegada la hora de retirarse, los invitados tomaron sus abrigos y pertenencias y se saludaron cordialmente, diciendo cosas cómo: ´estás bárbara nena... te veo mucho mas flaca´ o ´Que sigan bien, che. A ver cuándo hacemos un asadito en casa ¿eh?´.
Una vez ya vacío el salón, Gélida seguía ahí, sentadita en un rincón, olvidada. Y, mientras jugaba con un paquete de cigarrillos vacío, pensaba: ´Qué manga de caretas´. 

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