martes, 11 de octubre de 2011

Ellos, en la cama

Hacía pocos días que habían vuelto de sus inmerecidas vacaciones. Ni siquiera sé por qué las llamaban vacaciones, puesto que ninguno de los dos trabajaba. Él insistía en que el período que comprendido desde el final de diciembre hasta el principio de marzo, se le llamaba “vacaciones”. Ella le recriminaba que siguiera insitiendo en algo tan colegial pero a él no le importaba demasiado. Bastante había tenido que soportar sus caprichos durante esos quince días, para preocuparse por algo tan nominal. Pero ya estaban de vuelta en casa y en su rutina.
“Deja, son polillas” le explicaba él, acostado en la cama. Ella, revista en mano, perseguía al insecto por toda la habitación
-Son mariposas de noche, las polillas son distintas- le aclaraba ella, pegando revistazos.
-Lo que digas, pero cerra las puertas del armario que no quiero agujeros en mi montgomery-.
-¿Sos sordo? Son mariposas de noche, no se alimentan de lana. ¡Te agarré!- decia ella y acertaba con su golpe sobre el insecto.
-Mi montgomery no es de lana. Es de… otra tela. No se cual, pero definitivamente no es de lana-
-Me da igual. ¿Qué vamos a hacer con la cena de principio de año que dan mis padres?- preguntaba ella, ya de vuelta en la cama.
-¿Por qué dan una cena de principio de año? ¿No es suficiente con verlos en fin de año? Aparte, estamos en marzo. Creo que por lógica, las cenas de fin de año y las de principio de año, son el mismo día!- se quejaba él.
-Sabes como es papá. Desde que es Decano, entiende a marzo como el principio del año, como el ciclo lectivo indica. -
-Bueno, soy capaz de someterme a ellos una vez más, pero me rehúso a que vuelva a decirme que “no promocioné lazos emocionales” como me hizo el año pasado, que me tuvo todo diciembre haciendo una tesis sobre “por qué te amo”. -
-Basta, gordo. Sabes cómo es papá con su trabajo, no sabe separar las cosas- decía ella, mientras se quitaba el maquillaje de los hombros.
-Ah! También tenemos que comprarle el regalo a Daiana.- le recordaba él.
-Disculpame, pero eso sí que me parece extraño. Un regalo de “felíz aborto”? ¿Hace falta?- ella, indignada.
-Por supuesto! Es una intervención delicada y creo que esta bien que sepa que estamos ahí para ella.- le explicaba él.
-Pero es el séptimo en cuatro años!-
-¿Y cuál es el problema? A ella le gusta “estar embarazada”. Le gusta como se siente en ese estado. Está más sensible, tiene mayor percepción de los aromas, le gusta como se ven sus pechos. Aparte, mi amor, pensé que eras mas abierta con la cuestión aborto.-
-Si! Sabes que soy Pro-Choice y que no considero al feto como un ser humano con derechos, pero esto… No se. Me parece demasiado. Embarazarse y abortar constantemente solo para disfrutar un par de meses de sensibilidad… No lo entiendo- se preguntaba ella, se pasaba crema humectante por las uñas.
-Problema de ella, mi amor. Por lo pronto, mañana vamos a comprarle el regalo. ¿Te parece bien una botella de whiskey y un paquete de puchos? Es básicamente lo que no pudo consumir estos meses-
- A veces pienso que sólo lo hace para que la gente le regale alcohol y cigarrillos.- decía ella, y se ponía gotas oftalmológicas en los pies.
-No seas así. También le regalan marihuana y cocaína. Pero me parece demasiado. Yo voy por el whiskey y los puchos. Soy chapado a la antigua.-
-Si, lo se. ¿Dónde habré dejado mi nebulizador de acción interna?- preguntaba ella, mientras revisaba entre las sábanas.
-No lo se. Apagá la luz cuando termines, que ya es tarde y mañana no tenemos nada muy urgente que hacer. Que duermas bien- concluía él.
-Adiós- respondía ella.

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