martes, 5 de febrero de 2013

Las poesías de Orozuz


1 - Inicios

 Como todos los días, Orozuz y yo, salíamos de nuestros respectivos hogares y nos encontrábamos en la esquina convenida. Una vez juntos, cruzábamos la calle y entrábamos al bar (nótese que dije ´al bar´ y no ´a un bar´. Esto nos da a entender que nos referimos a un único bar, y que por ende no nos toparemos con otro por ahora. Si llega a aparecer otro bar en la historia, los voy a notificar). Bueno, como decía, una vez dentro del bar, nos sentábamos en la mesita que estaba junto a la ventana (´la ventana´. Mismo caso que con el bar) y ordenábamos nuestro desayuno. Bueno, en realidad era Orozuz quien lo ordenaba, porque es un histérico del orden y para desayunar tranquilo, tienen que estar las medialunas apiladas de mayor a menor, las tazas de café ubicadas en una misma línea, siendo que nos sentábamos enfrentados, etc. Me acuerdo que una vez le pregunté si para él, éstas eran necesidades primarias y me respondió ´No. Preescolares.´; así que la cosa iba en serio. El punto es que eran las ocho y treinta de la matina, y ya estábamos llenando nuestros estómagos.
-Che, ¿alguna vez te sentiste estafado?- le pregunté yo. Sinceramente no se porque lo pregunte, ni se que pretendía escuchar como respuesta, pero por alguna razón lo hice. 
-Estafado no. Pero una vez me sentí estofado. Sentía mucho calor y era como si estuviera bañado en salsa. También tenía la sensación de que algún gigante con un tenedor hecho a medida, fuera a comerme en cualquier momento. Luego pasó. -me respondió Orozuz y agregó-¿Me podrías alcanzar el azúcar, Mendelevio?-. Yo no me llamo Mendelevio. Por algún extraño motivo, él nunca me llamó por mi nombre. Es mas, creo que ni siquiera lo sabe. No recuerdo habérselo comunicado jamás, aunque ahora reflexiono que puede que él  nunca me lo haya preguntado. Suele empezar el día llamándome de alguna manera y luego, a medida que tiene que recurrir a mi nombre por alguna razón, hace variaciones sobre ése nombre inicial que escogió. Ese día pasó de Mendelevio a Mendelvón, luego a Mendelele, después fue Mendélis, Mandela, Manguera, Marianela y Mariquena.
 Orozuz y yo siempre tenemos largas y profundas charlas durante nuestro desayuno. Hablamos de la naturaleza de las cosas, filosofamos horas y horas sobre el material con el que construyen las mezquitas en algunos países, etc.. Claro que semejantes conversaciones pueden desencadenar ciertos pleitos y no siempre finalizamos en buenos términos. Orozuz es un tipo muy crítico, muy tajante que no tiene interés en guardárse lo que no le gusta. Es de ésos que consideran que los superhéroes son unos hijos de puta por operar como fuerza parapolicial (una vez levantó denuncia contra El Palacio De La Justicia, demandando que ese lugar era un centro de detención clandestina). De ésos que no aceptan las imposiciones de la sociedad como una constante, sino como una simple variable booleana que necesita cambiar de FALSE a TRUE, y él es quien va a presionar la tecla RUN. 
(ver algoritmos de Programación I – Pascal for DOS)

2. Gravedad Cero

 Orozuz finalizó su desayuno a las diez en punto, como siempre. No se cómo hará, pero siempre calcula el tiempo exacto que necesita para llevarse la comida a la boca, masticar, deglutir, pagar, agradecer y desaparecer. A las diez y un minuto, ya esta parado sobre la vereda de enfrente, sobre la cual elabora pequeños poemas, gracias a la inspiración generada por cinco medialunas de manteca.

Diagramas de la nada.
No te veo pero te siento. Gris. No caes.
Gravedad cero.
Pero puede cambiar. En cualquier momento.
Todo se dio vuelta.
Te cagaste un golpe.
Jodete. Yo te avise.


3 - Degustación de arte

 Cuando su reloj marcó las diez y treinta, automáticamente guardó su libro mental de poemas y me hizo la seña de partida. Yo siempre lo esperaba en la esquina porque, realmente, me avergonzaba su comportamiento.
-No entiendo porque te alejas de mí cuando expongo mis sentimientos al mundo.-me decía Orozuz indignado. Le resultaba inexplicable  que yo, su íntimo confidente, no apreciase su magnífica e improvisada obra. Nunca la entendí.
-No es que no me guste, pero que se yo... tiene algo...- le respondí, siendo lo mas suave posible, porque si hay algo que Orozuz alguna vez detestó, es que le sean muy directo e hiriente. Y luego agregue:- además, ¿sabes qué? tus poemas son una mierda-. 
 Durante esa mañana no hubo mas discusiones, pero tampoco hubo menos. Orozuz seguía cuestionándose su pasta de artista. En un determinado momento me arrepentí de haber denigrado sus poemas de esa forma. Luego me retracté en mi pensamiento. Son una verdadera cagada. ´Andate al carajo´ le dije.  Me respondió ´Gracias. Sabía que al final, te iban a gustar´. 

4 - Conexión Sónica

 Recuerdo muy bien que Orozuz no estaba bien vestido. De hecho, nunca anda bien vestido. Sus atuendos siempre alternan entre lo barroco y lo pos-moderno, pero sin tener en cuenta las corrientes que se intercalan en el medio. Yo le aconsejé que debía comprarse ropa mas adecuada. Siempre le aconsejo lo que creo pertinente. Igual nunca me hace caso, excepto ese día, en que el movimiento de su cabeza me transmitía el mensaje: SI. 
-Che Molibdeno ¿A dónde podemos ir a comprar?- me preguntó, mientras de reojo se miraba en la vidriera de una boutique.
-Y... podemos ir a ver a Conexión Sónica. Yo conozco a un muchacho que trabaja ahí y nos puede dar buenas recomendaciones.- le respondí y salimos quemando caucho hacia el local.
 Llegamos a Conexión Sónica, el negocio de moda mas concurrido del país, y nos atiende una señorita delgada. Nos hace pasar y nos invita a sentarnos. Luego nos invita un mate. Aceptamos y lo tomamos. Mientras yo guardaba el mate, la señorita hace un gesto provocador a mi amigo y enciende la radio. Bailaron todos los éxitos del momento como ´Frenético Frenesí´ o ´El Hamster Volador´. Al finalizar la fiestita, hace aparición mi amigo, R.
-¿Qué haces negro? Hace un tiempito que no aparecías por acá.- me dice, mientras acaricia los glúteos de la empleada delgada que todavía seguía bailando.
-Si, que se yo. Te traje a uno para que me lo pongas lindo. ¿Podrás?- le dije, soñando con el momento de llegar a casa y masturbarme pensando en ese rico mate que había tomado.
-Creo que puedo hablar por mi mismo- interrumpía Orozuz- quiero que me ponga lindo señor R.-
-Sígame por acá- le dijo y se fueron ambos por una puerta, la cual me pareció que estaba pintada sobre la pared, al mejor estilo Warner Brothers. 
 Al cabo de quince minutos aparece R, y con él venía un muchacho alto, de buen porte. Se miran intensamente y luego el muchacho alto le dice ´Muchas gracias.´ 
 Salí del local acompañado de este muchacho, completamente desconocido para mi. Luego de varias cuadras de largas contemplaciones y pocas palabras, empiezo a comprobar que en ese rostro tan perfecto, en ese cutis tan pulcro, se dejaban ver ciertos rasgos de Orozuz. Entonces me di cuenta de que era él. Estaba realmente lindo.

5 - La búsqueda del filo

 Eran alrededor de las once y cuarenta y cinco a.m. cuando a Orozuz se le ocurrió hacerme la pregunta mas difícil de toda la mañana:
-¿Cuál es tu nombre, Molinari?- me dijo. Me quedé helado por diez minutos. Durante ese tiempo, y aprovechándose de mi estado, varios chicos se acercaron con cucharas y comieron de mi. Luego volví a ser carne. Tantié mis bolsillos buscando mi cédula, para comprobar mi verdadero nombre. Tenía mas intriga que Orozuz. La encuentro y me fijo. No encuentro nada en ella que me recuerde un nombre existente, o alguno que Orozuz haya dicho alguna vez. 
-Es imposible que alguien se llame 24.233.487. A no ser que seas un robot. ¿Lo sos?- me insinuaba mi amigo, presionándome a reconocer mi naturaleza droide. No supe cómo reaccionar. ¿Y si lo era? . Orozuz estuvo lo que quedaba de la mañana y algo de la temprana tarde, buscando en mí, alguna perilla que evidencie mi condición cibernética.
-Igual, aunque no tengas botones ni nada, no estas limpio de ser un robot. Cada vez los hacen mejor y es probable que los circuitos estén escondidos bajo tu supuesta epidermis. Tengo que levantarte la piel. Lo siento.- me dijo y sacó su Victorinox falsa, oferta en el colectivo. Revisó todas sus funciones y apéndices pero no pudo hallar nada cortante. Solo contaba con: sacacorchos, quita grapas, cuchara húngara y limpia-cabezales de casetera (poper). Al descubrir esto, Orozuz olvidó completamente el asunto de mi nombre real y  la incertidumbre sobre mi naturaleza. 

6 - A duras penas

 Ya hace varios años que nos conocemos, aunque en realidad esto es algo contradictorio porque nos conocemos muy poco. Todo lo que yo pude haber descripto antes sobre Orozuz no son mas que conjeturas que saqué a lo largo de nuestra relación. Él nunca se dignó a confirmarlas, lo que no las absuelve de su condición de conjeturas. Nos conocemos tan poco que una vez estuvimos parados uno al lado del otro durante veinte minutos sin reconocernos. Inclusive él intento conquistarme con algunos piropos, hasta que me reconoció, por la forma mover mis ´sensuales labios´ (segun él) al hablar.
 Volviendo al tema de ese día, luego de lo acontecido supe que debía saber la hora. Observé el sol y las sombras que se proyectaban sobre la acera. Eran las doce y cincuenta y cinco del mediodía. La hora exacta para mas poemas de mi amigo o mas tortura para mi dignidad. Como siempre, camine hasta la esquina, me senté y espere que terminara.

Lapidario de marfil. Entrégate a la tentación.
Hazme un hombre feliz o una mujer triste.
Tus caricias paliativas.
Tus instintos frugívoros.
Se que lo deseas. 
Pero no. 
Nunca lo tendrás. 
Virginidad anal... siempre.

 Por desgracia, Orozuz eligió el centro de la avenida Punitorio para recitar su obra. Los automovilistas son tipos respetuosos y esperaron a que termine de plasmar sus poesías en la nada. Después, arrancaron y lo hicieron mierda. Como consecuencia, a Orozuz lo podemos encontrar todos los días trabajando día y noche detrás de una vidriera, en el Museo Forense de la Facultad de Medicina.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Haarmoso, no se me hubiese ocurrido ese final
    porque, murió al instante no? no eran poesías tan de mierda, y te robe la primera para dejar a alguien callado

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